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Tres mujeres pamplonesas defensoras del euskera: Catalina Alastuey, Julia Fernández Zabaleta y María Viscarret Nabaz.

2022-04-13

Durante el primer tercio del siglo XX, cobró fuerza el movimiento a favor de la lengua vasca en Navarra. Tres mujeres de Pamplona participaron activamente en todas las iniciativas a favor del euskera. Las tres eran amigas, maestras, formadas en la llamada Escuela Normal de la plaza San José, e impulsoras de una nueva pedagogía en la enseñanza. Las tres fueron las impulsoras de la primera escuela vasca de la capital navarra.

16º CAPÍTULO - LA LABOR DE TRES MUJERES EUSKALTZALES DE PAMPLONA  CATALINA ALASTUEY, JULIA FERNANDEZ ZABALETA y MARITXU VISCARRET NABAZ

Durante el primer tercio del siglo XX, cobró fuerza el movimiento a favor de la lengua vasca en Navarra.

Tres mujeres de Pamplona participaron activamente en todas las iniciativas a favor del euskera. Las tres eran amigas, maestras, formadas en la llamada Escuela Normal de la plaza San José, e impulsoras de una nueva pedagogía en la enseñanza.

Una de ellas es Catalina Alastuey Garaikoetxea, de la calle Mercaderes, nacida en 1899. Su madre era baztandarra, de Gartzain, pero no le enseñó euskera.

Se involucró en muchas iniciativas organizadas tanto por la Sociedad de Estudios Vascos como por la Asociación Euskararen Adiskideak, entidad que reunió a personas de diferente ideología y que se propuso entre otros objetivos la apertura de un centro de enseñanza en euskera.

 Los esfuerzos dieron finalmente su fruto y la primera escuela o ikastola vasca de Pamplona se abrió en el curso 1931-32, en la avenida Carlos III.

Julia Fernandez Zabaleta nació en la calle Dormitalería en 1898an. Su madre, Kontxi Zabaleta, era de Cirauqui, y el padre de Mendigorria, organista de la catedral.  

Fue ciertamente pionera en temas pedagógicos. Becada por el ayuntamiento, acudió a Barcelona al curso de la prestigiosa pedagoga italiana Maria Montessori. Aprendió euskera en Pamplona, en la cátedra que la Diputación de Navarra estableció en la citada Escuela Normal, en 1922.

Aprendió con gran rapidez hasta el punto de que al año más o menos ofreció una conferencia en euskera en Doneztebe-Santesteban por iniciativa de la Academia de la Lengua Vasca-Euskaltzaindia en torno a la utilización del euskera:

Sabéis que he empezado este año a aprender euskera, y por eso mi intervención no será larga.

Julia  hizo un llamamiento a favor del uso de la lengua vasca, y acabó su conferencia con estas palabras:

Si queremos conservar nuestra alma, nuestros derechos, actuemos honestamente y como euskaldunes. Por eso hemos empezado las estudiantes de Pamplona a aprender la lengua vasca, y a partir de ahora, la ciudadanía de Navarra será siempre euskaldun, para gloria de nuestro Santo.

La tercera persona es Maritxu Biskarret Nabaz, más joven que las anteriores, nacida en la calle Zapatería en 1907 pero que tras la construcción del Segundo Ensanche se mudó a la calle García Ximénez.

Su padre era euskaldun de Zai (Esteribar). Sin embargo, Maritxu no recibío la lengua vasca en casa. Se implicó activamente en cuantas iniciativas se llevaron a cabo para el fomento del euskera. Al comenzar la guerra, se dirigió a Bilbao y luego a Lapurdi, al exilio.

Las tres también formaron parte del grupo de mujeres del PNV, es decir, de la organización Emakume Abertzale Batza; en concreto, miembros de la primera junta directiva en Navarra. Julia Fernández, presidenta; Catalina Alastuey, vicepresidenta, y Maritxu Viscarret, vicesecretaria.

Así mismo, se implicaron en la reivindicación de los derechos de la mujer.

En 1936, los sublevados franquistas cerraron la primera ikastola Pamplonesa impulsada por estas tres mujeres. Las tres, además fueron represaliadas por las nuevas autoridades y las expulsaron de la docencia pública. Catalina, Julia y Maritxu tuvieron que dar clases particulares para ganarse la vida hasta que fueron readmitidas en sus puestos de trabajo.

A Maritxu Biskarret la destinaron a la escuela de Erratzu (Baztan), donde permaneció hasta su jubilación. Se integró perfectamente en el pueblo, donde todavía se recuerda su innovadora manera de enseñar y su amor hacia la lengua vasca. Falleció en Pamplona en 1989.